martes, 1 de junio de 2010

Despertar

Los gritos le despertaron súbitamente. Aún sin estar del todo consciente, entendió que algo grave estaba pasando y una alarma asaltó su mente. El poblado estaba siendo atacado. Saltó de la cama de una manera casi instintiva y se dirigió a toda prisa hacia el armario de roble de su habitación. Apenas entraba luz por la ventana, era muy temprano. Una suave brisa de verano entraba dulcemente en la habitación sin tener en cuenta lo que ocurría en el exterior de la casa. Se hizo rápidamente con la pequeña espada que correspondía a un guerrero de su edad. Sintió la empuñadura, envuelta en cuero, fría al tacto. Blandió nerviosamente la tizona delante de sus ojos, casi susurrándole y clamándole valor. Suspiró hondamente y salió de la habitación para dirigirse a la zona común de la casa. Su padre, que esperaba en el umbral de la puerta de salida, se giró hacia él. Su intensa mirada transmitía estupor. Pasaron unos segundos de silencio en los que se miraron fijamente.

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